Tras la explosión, nos encontramos a horcajadas sobre un barril que flotaba en el agua. Sabíamos que habíamos tenido suerte, pero las cosas todavía no estaban claras y aún no nos hallábamos sanos y salvos. Era de noche, hacía frío y la inmensidad del mar resultaba aterradora. Empezamos a usar nuestras manos como palas cuando, de pronto, el mar a nuestro alrededor, se puso en furiosa ebullición. Cuál fue nuestro estupor cuando, a través de la espuma del mar, vimos aparecer...
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